martes, abril 03, 2007

Restitución de principios blogeros: Freedom!!!

"A menor contenido autorizado, mayor será la influencia del espesor retórico" (G. Rojo)


Así dice Grinor, y no podría concordar menos con él. Creo la especificidad del texto y su capacidad de insubordinación frente al status quo está dado más que por su retoricidad, por su capacidad de, por medio de esa retoricidad, capturar la atención del lector respecto a una polémica.Por ejemplo, tú no tienes idea que mierda estoy hablando, pero claramente sabes que le estoy llevando la contra a alguien... ¿quién es? poco importa. Importa que yo prontamente diré algo brillante que conseguirá confirmar mi hipótesis, y que así sentirás que haber seguido mi lectura habrá valido la pena.
Sin embargo, solo tengo una corazonada que me lleva a contradecir la frase de Grinor, pero esto solo porque la simplifico a su máxima expresión y siento con ello que, para llevar la contra en algo, el barroquismo es una herramienta del miedo, y que si simplemente me veo en la necesidad de darle la espalda al sistema y lapidarme por ello... bueno, hago justamente lo que estoy haciendo ahora. Jajajajaja.

Y cuando pienso en Freedom, medito sobre la cursiletía de Wallace y en el lugar común que me empuja a crear este blog. Este blog que por donde se lo mire es un intento frustrado, unas ganas contenidas, y que sin embargo es todo lo que quiero que sea... un lugar para mí, y para todas aquellas palabras que siempre me estoy callando.
Este es el rincón del desahogo, un lugar para hacerme cariño, para reírme de mí, para llorar por mí, para enojarme por mí... para mí, mí, mí.En este lugar no hay sutilezas con nadie, ni siquiera conmigo. Aquí se dice lo que se tiene que decir, ni siquiera who must not be named (quien quiera que sea según el caso) se podrá librar de lo que se pare la raja decir.Espero que a través de estas páginas pueda hablar dar cuenta de mi egolatría, y aún así decir mucho más del mundo que me rodea.

Aquí no hay verguenzas, no hay miedos...
Esto es maravilloso, lo voy a pasar muy bien en este blog!!!

Tania Soledad
Puik
A brilliant madness in the edge of darkness

El nombre de esa calle

(Puik's Shout - de donde proviene este artículo - se ha transformado en mi sitio de trabajo periodístico ahora que estoy de vuelta en las pistas - jeje, así que traslado este articulillo jugoso a Loca Prosia, pensando también en renovar un poco el Blog y agregarle un poco más de mí... sin mediación literaria o académica. Para los que ya lo leyeron... pueden postear de nuevo, los que no... bah, si al final nadie ve mi blog me estoy hablando a mí!! jajaja)
Así que chau, Tania


Caminaba desde Campus Oriente para tomar la micro cuando me detuve en una esquina. Miré al frente, y empecé a leer aburrida los letreritos con los nombres de las calles, y ahí estaba po, el famoso, el rimbobante Gremial, socio número 1... Jaime Guzmán.
Traté de acodarme porque cresta la calle se llamaba así... y no me acordé. Inventé un historia, que tal vez es LA historia, pero conste que yo lo dije primero: Jaimito sale de clases y los compañeros revolucionarios se lo echan, y naa, pobre Jaimito, que la calle lleve su nombre para que sus compañeros no lo olviden. Chan Chan!! Mmmm... pero naa, no creo que sea así, ¿igual tá buena verdad?
El punto es que, el impacto esperado 'que lo compañeritos no se olviden de él', igual is kind of truth, claro, mucho más potente es ver a los cabros vestidos de naranja, armando mediaguas, cantando 'tres cosas tiene el amor' y weaas... pero anótese, yo sí he cantado 'tres cosas tiene el amor' y sí he hecho mediaguas... pero no, nica me pongo la polera naranja, qué indignación, jajaja. Como dirían mis enemigos 'amarilla la weona'... sí claro! pero digna loco... yo a Jaimito no se la compro ni en bajaa.
Pero en fin, la historia de Jaimito y su calle me llevó a preguntarme sobre otra cosa mucho más interesante que los gremios (tal vez más vanal tb): ¿qué se necesita tener para que una calle lleve tu nombre?
Bueno, primero pensé 'naa, nica una calle lleva mi nombre, mi nombre no es de calle'. Estúpida convención cultural con la que estaba operando, claro está, sin embargo fue una operación refleja. Pedro de Valdivia es un nombre de calle, como... nombre compuestos, o largos, o sonoramente interesantes, pero el mío no, el mío es seco, cortante, le falta estilo... y ahí me dije 'ay mujer tonta... si tu nombre es muy lindo!!' y sí, me gusta mi nombre, es mío, mi mamá me lo dió (bueno, mi papá tb, pero era como decir 'mi mamá me los compró'). Entonces asumiendo que mi nombre era igual de merecedor para ser una calle, venía otro problema mucho más complejo... ¿qué se tiene que HACER para que tu nombre sea el de una calle?
Mmmm... las opciones eran muchas, o eso creo. Jaimito era, claro, un dirigente estudiantil muy renombrado, y qué le pasó? (según mi historia, anótese), lo mataron... fue un mártir... murió por la causa (digo 'la' causa porque no tengo puta idea si de verdad hay una 'causa'... la ex dirigenta política, tan culta... Araneda me golpearía, jeje).
Pero tiene que haber más pensé. O sea, saquemos lo obvio, Presidente, Milico, cargos públicos varios o personas destacadas en gestionar iniciativas sociales (eso último suena lindo, pero no sé si tengo un ejemplo concreto), artistas... ¿artistas? yaaaa... sí??? síp, de más que hay, tal vez no tan conocidas, pero hay, o quizás son re conocidas!! Qué sé yo! si yo aprendí más de las calles viendo el mapa de transantiago que con los 6 años que he vivido en esta ciudad!!!
Luego fui más lejos y pensé en Jaime... mi Jaime
Jaime era mi compañero del colegio, desde que llegué a Rengo a los 11 años lo fue, era un gordo molestoso, jajaja, pero sin embargo, yo lo estimaba ene, o sea, envidiaba su... capacidad de llevar a cabo cualquier empresa que lo capturara, era esforzado y obstinado. Me acuerdo que tenía un grupo musical con sus amigos, nos firmaba los cuadernos, xq claro, él iba a ser famoso...
Y un día se puso de moda jugar rugby en mi colegio, aunque Jaime definitivamente no era el más atlético, empezó a ejercitarse, a entrenar, y naa po, seco, y es que era demasiado empeñoso, daba todo de sí cuando jugaba (y cuando no jugaba tb... una vez casi le quiebra el cuello a una compañera jugando).
Salimos del colegio... y bkn po, cada uno por su camino, la PAA (SÍ, la PAA!!), y por mucho tiempo solo supe de él por mis otros compañeros, porque estaba en la selección nacional de rugby, muy embalao entrenando...
Una vez jaime volvió a su casa en La quinta de tilcoco (qué es más chico que Rengo, imagínense), pero bueno, venía de argentina donde habían jugado unos partidos preparatorios pal mundial que era acá en Chile. Dijo que le dolía la cabeza, pero claro, te duele la cabeza, te tomas una weaa y chao, pero a Jaime le habían pegado en la cabeza, así jugando rugby onda en mala?? pero naa, era un dolor de cabeza...
Y Jaime fue donde su polola, todo muy piola, él estaba feliz (eso me contaron después), con todo lo del mundial, las ganas de jugar. Cuando Jaime se iba de la casa de su polola se desplomó en la calle... y murió, casi de inmediato. El golpe que le habían dado en la cabeza le produjo un derrame cerebral (no recuerdo bien el nombre de la cosa), pero fue así, sin saberlo, sin esperarlo, con sueños, y con toda una vida por delante, que todo se acabó.
Cuando fue el funeral de Jaime fue toda la delegación de Rugby, todo mi colegio... fue una cosa 'grande' y triste, claro. Pensar que has pasado tanto tiempo 'obvio' con una persona y luego ya no está, y sentir su ausencia, como cuando respiras... o sea, ni siquiera era mis grandes amigos en el colegio!!! pero lo sentí, fuerte.
En Quinta de Tilcoco le pusieron el nombre de Jaime a una calle: 'Jaime Barrientos Soto'... y hace ya años que no paso por esa calle. Sin embargo, hoy pasé por Jaime Guzmán, y ahora estoy hablando de Jaime, sin saber en verdad porqué.
¿Porqué mi compañero Jaime merecía una calle? ¿Puedo comparar a los Jaimes? qué weaa más freak, no sé como llegué a esto...
Pero si sé algo. Mi amigo Jaime era una persona apasionada, una persona con la que uno quería estar, porque te transmitía su energía, era generoso, era alegre (y gruñón tb), era un LUCHADOR, y se rindió cuando tuvo que rendirse, sin preámbulos, de una, chao, si hay que morirse...
Ahora llamo a Max Pavez y le pregunto si Jaime Guzmán tenía estos mismos atributos... y claro, él me dice que sí, que era una persona admirable...
Y saben lo peor? o lo mejor? es que tal vez lo era!!! Y es en este punto en que yo desisto, no porque sienta que es una discusión sin sentido, sino porque a veces la vida, y la muerte, nos van mostrando caminos, y por suerte, uno puede escojer.
Si para ganarse una calle hay que hacer algo muy admirable para algunos, pero tal vez muy detestable para otros, solo me queda creer que... uno escoje las calles por las que camina!! jajaja, y que si yo pudiera tener la mitad de las ganas de vivir que tenía mi amigo Jaime, me regalaría una cuadra que sea... para reírme de mí, de la niña que renació de la cenizas y weaas... jajajaja.
Naa po, una niña que se para en la esquina y espera el semáforo... porque las calles pueden ser muy peligrosas :p
Paradoja la mía... tengo que ir a Campus Oriente, tengo que pasar por Jaime Guzmán!! Viste? Jaime Guzmán me hace pensar en estas 'volaas de cloro', como dice mi compadre Carlos.

Eso por hoy...

Aios!!!
Tania Soledad
See ya!!!

lunes, marzo 05, 2007

La violencia psicológica, huellas de pasión y poder:

La violencia psicológica, huellas de pasión y poder:
El narrador infantil en “El papá de la Bernardita” de Mauricio Wacquez


“No escuchó el final de la frase. Los niños lo escuchan
todo. Al dejar de serlo, se va adquiriendo la capacidad de
oír sólo fragmentos, y a veces se puede ignorar una frase
entera, una vida entera, sin mayor esfuerzo”
El Laberinto. Cristina Peri Rossi


La figura de Mauricio Wacquez, nacido en la provincia de Colchagua en 1939, no es más que una sombra en los círculos literarios chilenos, lo cual es una pena, pues probablemente este escritor chileno- francés haya sido uno de los mayores expositores de la narrativa nacional; así todo, pasó casi totalmente desapercibido. Este hecho también se fomentó por la radicación de Wacquez en Tural (Calecite) pero indudablemente este alejamiento de la crítica a su literatura, como argumenta D. Torres, se debería principalmente a “la modalidad narrativa y a la temática transgresora que presentan sus obras, sobretodo para un público chileno en general aún muy conservador, y no acostumbrado a lecturas de mayor participación, reflexión y elaboración por parte del receptor” (Torres, 5).
Por este mismo motivo, el adentrarnos en la narrativa de Wacquez no es algo fácil, aunque sí profundamente interesante, un desafío para la lectura pues nos encontramos frente a una “audacia erótica desusada en nuestras latitudes [...] y de una fuerza de lenguaje, un ritmo y una pasión verbal poco frecuentes en la novela castellana” (Edwards, 34). Y es que a pesar de elogios y calificaciones, la narrativa de Wacquez juega con nuestros mismos esquemas literarios, nos coloca en una posición de asombro y desconocimiento; como menciona Cedomil Goic al calificarlo como parte de la generación de 1972 que es “innovadora, polémica, que modifica la herencia para recrearla en otro estadio de la eterna metamorfosis [...] la precariedad de todo lo real” (Goic, 275-278). Por sobre todo Wacquez nos adentra en nuevo mundo, en donde “se pone en juego las nociones tradicionales de lectura y escritura apostando por un riesgo mayor: el pensamiento” (Santos, 119). Resumiendo, y para dar pie a este análisis, Dendle argumenta simplemente que “Wacquez es uno de los escritores más interesantes del idioma español del siglo XX” (88).
Desde esta perspectiva, “El papá de la Bernardita”, cuento perteneciente a la compilación de nombre Excesos, nos presenta en sus breves páginas un itinerario de la poética de este escritor, en la voz de su pequeña narradora. Es la niña, quien en la ruptura de su inocencia nos abre las puertas al mundo de Wacquez, siendo “absorbida” violentamente por el enmascaramiento de una verdad imposible de aceptar, práctica que Wacquez patenta en sus líneas como una de las estructuras de acción social- familiar más comunes en la cultura nacional, lo que Kemy Oyarzún llamará “la poética del desengaño”. La niña, al dar cabida a este gesto del engaño, hacer caer sobre ella una silenciosa violencia, que confusa y dolorosamente la introduce en las estructuras de poder. En este contexto, intentaremos comprender y esbozar el complejo y duro proceso de constitución del discurso infantil de una niña que a cada línea da a tumbos con la contradicción del decir y no decir, lo verdadero y lo falso, el deseo, el amor y el poder que lentamente la subyuga.
Es la pequeña narradora la que nos da a conocer, en primer término, la constitución del relato de Wacquez, que cómo explica Martínez Bonati, presenta al igual que sus contemporáneos del siglo XX, una desintegración de la unidad de experiencia, una pérdida del denominado “marco de inteligibilidad”, en que invalidará toda certeza de la razón explicativa para abandonarse a lo que es la experiencia del instante, lo inmediato, lo subjetivo:

Aunque parezca mentira, desde que murió mi papá, la mami y yo nos sentimos mucho mejor cuando el Nacho está en la casa. Si la mami prefiere que vaya a Pirque [el Nacho] es porque piensa en su futuro, yo no me meto, pero parece[1] que los papás de la Bernardita son ricos (Wacquez, 37)

Walter Benjamin nos habla del “novelista segregado”, pero lo más interesante de comprender es la falta de estabilidad y certeza, “un narrador que no es portador de un saber objetivo ni generalizado, sino portador de una mirada siempre en riego de caer(se) [pero que a la vez está] acercando el relato al receptor: ya no seremos espectadores sino testigos implicados (Torres, 10), y que mejor voz para eso que la de un niño, quien creemos no escucha, no entiende nada, pero quien tal vez sería el más sagaz al momento de contar una historia:
La mami se le acercó y le tomó la cabeza y lo besó le dijo ya señora, déjeme almorzar. No entiendo la manera brusca de los hombres. La mami tan cariñosa con él y él casi la bota. Yo los miraba callada. (Wacquez, 35)

La narración parece dilatarse más allá de sus hojas en una escritura “traslúcida”, cuya transparencia se encuentra opacada, dejando siempre entrever y adivinar algo, pero cuya evidencia siempre queda velada por múltiples posibilidades interpretativas de gran nivel simbólico. Son revelaciones sencillas, rayando en la obviedad, y simultáneamente, una opacidad mágica que no hace dudar sobre la claridad del contenido:

Fuimos a misa los cuatro, y yo, la mami, y la Pancha comulgamos. El Nacho no. Hace tiempo que no comulga ni se confiesa, desde que se salió del colegio y tuvieron que ponerlo en el Lastarria. (Wacquez, 43)

Estamos frente a una escritura nostálgica, que muestra escondiendo y esconde mostrando, vuelve las palabras como “siluetas” que sólo pueden adivinarse, atisbarse, pero nunca conocerse plenamente; escritura simultáneamente opaca y transparente, que como dice Skármeta “consigue nebulizar y al mismo tiempo sugerir”.

Y es en esta nebulosa donde la pequeña narradora nos adentra en las estructuras de poder que lentamente comienzan a absorberla. Este poder “orgánico” es una parte esencial de la poética de Wacquez, “el poder se sumerge y se filtra en todas las relaciones humanas [...] el poder se encuentra bajo las profundidades del ser humano, transformándose en ‘el modo de ser lo vivo’” (Torres, 60). De la misma forma es Foucault quien nos muestra un poder omnipresente, ya no sólo con un objetivo puramente político e institucional, sino que un poder que no deja espacios libres y marca de manera constante las relaciones humanas, “el poder forzosamente tiene una visión total o global [...] no sabemos quién lo tiene exactamente, pero sabemos quien no lo tiene” (Foucault, 9-15), en este caso, nuestra narradora, es desposeída e incapaz de sentirse resguardada por el poder, sino por el contrario sintiéndose atacada:

Siempre que le pido algo me dice que no, No sé por qué es así, como si tuviera envidia de que las cosas no se le ocurran a él [...] Así es que me quedé callada, por último podía invitar a la mami si él no quería ir [...] Todo porque es hombre cree que tiene que hacer lo mismo que hacía mi papá (Wacquez, 40)

Parece imposible que el poder se inserte en la vida de la niña en una forma no quiebre, fracture su constitución de sujeto, y es que dando ese paso hacia el poder, parece ser que la narradora se “rearma” para subyugarse a aquella “fuerza devastadora, que trae en el ser humano la experiencia del dolor y la humillación” (Torres, 81):
Lo único que nos exigió al Nacho y a mí fue que la acompañáramos a misa porque ese domingo se cumplían ocho meses desde que mi papá se murió. Por suerte no se dio cuenta que yo no me había acordado, qué terrible olvidarme de todos los meses. Al principio no podía sacarme de la cabeza la cara de mi papi muerto, envuelto en la sábana de la clínica porque la mami no quiso vestirlo, sin afeitarse, espantoso, le dije a la mami que todo el mundo se fijaría (Wacquez, 42)
El poder socava la mente infantil hasta despojarla de lo que esencialmente la constituye, la inocencia. Se violenta contra ella obligándola a adaptarse a la mentira, al enmascaramiento, el olvido de la verdad; la empujan a engañarse. Es en este instante que la narradora comienza a configurar un discurso con el cual pueda escapar de su propia verdad, de su propios deseos y miedos; es el juego del erotismo y la mentira lo que lapida el acto violentivo del poder sobre la niña, como explica Kemy Oyarzún:

La sospecha de que el deseo (estructura consciente e inconsciente) podría constituir un eje del proceso de la internalización de los modos, mecanismos, dispositivos y articulaciones del poder […] el deseo como cuerpo presente e intersectado directamente por las fuerzas hegemónicas en pugna en cada período histórico determinado (10)

Y en este momento corroboramos que para Wacquez “Las pasiones pertenecen al mundo de la oscuridad” (Dendle, 95), y aunque el amor es “obsesivo [...] doloroso [...] y complejo” (ide), es visto por el autor como “aquello que permite trascender la perversidad del poder y trascender el egoísmo del autocentramiento en el ser, en el entregarse al otro, en el ser para el otro” (Torres, 80), lo que probablemente salva a la niña de no ser destruida:

No estoy enamorada, la Leonor me dijo que sí cuando se lo conté, pero es un secreto a pesar de saber que nunca voy a pololear con él [...] me fijé que él tenía el pelo igual al Nacho en la parte de atrás, y cuando me besó se me cayó un brazo por el lado de la lancha y sentí la espuma del rompeolas. Digo que Marcos es lo más raro que he conocido porque una sola vez me preguntó si quería pololear con él, cuando no quise besarlo (Wacquez, 44-46)

Nos enfrentamos en este relato, no sólo a la máscara, sino también a la negación de la máscara, como explicaría Oyarzún, haciendo explícito el contenido negado “no estoy enamorada”, y junto con esto, al esconder la verdad al nivel de la palabra, como un metalenguaje, que como explica Sarduy sobre el relato neobarroco “en su derroche al servicio de la represión, es la verdad de todo lenguaje [...] el deseo que no puede alcanzar su objeto, deseo para el cual el logos no ha organizado más que una pantalla que esconde la carencia” (Sarduy, 1237 y 1252), que en este caso es la del padre ausente, el cual a su vez se intenta remplazar por la figura del hermano, con una clara connotación incestuosa, como explica Skármeta “en la tensión del incesto la dependencia entre los personajes los hace más cerrados, doblemente cómplices, tanto por la forma de su amor, como por incurrir en el tabú, en la secreta complicidad de lo clandestino” (Skármeta, 1). Es este sentimiento, el amor, la nostalgia, lo que mantendrá vivo el relato, y a la narradora, quien no desaparece frente al poder, sino que a pesar del miedo y el dolor, busca una salida, una salida a través del lenguaje, que llamaremos en este contexto como travestización, entendiendo por esto el recurso retórico mediante el cual la historia social y familiar se presentará enmascarada, maquillada, cercenada y modificada, con el fin de omitir aquellos contenidos que no han sido aceptados como parte de la realidad, y por lo tanto son sacados, tapados dentro del discurso. Un buen ejemplo es la forma en que la pequeña narradora reviste a la madre de un lenguaje que nos permita visualizarla como tierna y protectora: la mami, lo cual choca inexorablemente con la realidad del descuido a sus hijos luego de la muerte del padre:

La mami prefiere quedarse en la casa arreglando el jardín, se lo lleva plantando y cambiando las matas de un lado para el otro. Se pone unos bluejeans viejos del Nacho y un pañuelo en la cabeza y no habla durante horas. Es ahí que le presta la citroneta (Wacquez 35)

Desde que murió mi papá, la mami no aguanta los domingos en Santiago, en la semana es distinto, se acuesta temprano y lee la Confidencia [...] El Quisco es feo, a nadie le gusta. A mí sí. Desde que nací no he ido a otra playa. Pero nunca he venido más que en estos meses desde que se murió mi papá [...] En el invierno es triste, yo sólo vengo porque mi mamá quiere y no puedo quedarme sola en Santiago, ella no me dejaría. (Wacquez, 34 y 41)

La constitución verbal de la madre vacila entre el constante alejamiento, que se manifiesta en el artículo definido “la” (puede ser la “mami” de cualquiera), y luego el pronombre posesivo “mi”, porque en ese momento es su madre, la que ejerce autoridad, la que existe porque no la deja quedarse sola en Santiago, mientras que el padre en su ausencia es rescatado bajo este mismo recurso, el posesivo “mi”.
Esta relación travesti- máscara- discurso, puede entenderse en términos de lo expuesto por Nelly Richard como “la hiperalegorización de la identidad como máscara que realiza el travesti pintado [...] del posar lo que no se es” (Richard, 68). De esta forma, la travestización del discurso se manifiesta como otra vía (alternativa), mediante la cual, como explicará Foucault[2] en su texto Los Anormales, la sociedad intentará delimitar y detener el avance de aquellos elementos y acontecimientos que se presenten pertubadores. Mas la legalidad, al verse imposibilitada desde sus límites estamentarios a poner el “orden necesario”, empuja a la sociedad a ejercer la violencia sobre estos focos problemáticos. Pero en este caso se evidencia una forma de violencia mucho más común de lo que normalmente se percibe, y quizás una de las más complejas y dolorosas en su constitución: el silencio, y por su consecución la mentira, el cual descoloca a la niña, quien sabiéndose sesgada oscila entre la tristeza y el reproche. Un ejemplo de la violencia psicológica ejercida sobre la narradora es la actitud de su hermano Nacho, quien desvalida contantemente su discurso:

Me pareció que tenía que hacer todas las cosas en silencio como si hubiera alguien enfermo. ¡Qué tonta soy!, me quedé paralizada mirando la escalera sin saber que decir (Wacquez, 37)

Pero esta batalla contra el poder, que es el engaño, la máscara, argumentaremos en este caso que es usado por la pequeña como una forma de no subyugarse a las estructuras de poder, de sobrevivir a la violencia del poder, haciendo para sí a la mentira, para mentirle al poder, es entonces cuando “el lenguaje se convierte en un instrumento de salvación” (Cuello, 6). Sergio Holas es quien comprende este problema de la recuperación del objeto amado a nivel escritural (en este caso el padre) en donde el texto se convierte en un espacio de encuentro que haga posible superar el fragmentarismo de la existencia, pues “es en el exceso y por el exceso cómo y dónde podemos coexistir: los espacios y seres perdidos son recuperados por la escritura, que instaura una nueva temporalidad donde la existencia se prolonga” (Holas, 13). Así tanto para la narradora como para Wacquez el relato se transforma en un espacio de resguardo, un espacio donde es posible articular y desarticular constantemente el mundo para su beneficio, para no caer fragmentados ante la violencia del poder; aunque R. Cánovas acierte en catalogar las voces que Wacquez plasma como las de “huérfanos marginales que reflexionan sobre el poder” (Cuello, 6), al mismo tiempo estos narradores voltean el paradigma del discurso enmascarado que instituye la sociedad chilena para hacerlo suyo, con el objetivo, ya no de esconder sino de protegerse frente al poder y su violencia avasalladora.
Concluyendo, es “el problema de la identidad [que] reaparece a través de toda la obra” (Santos, 121), el que nos permite evocar la fragilidad del niño, y de las tácticas que inevitablemente debe configurar para su crecimiento y su adaptación a las formas de poder que se cuelan por todos los rincones. Por esto la historia nunca debe dejar de contarse, pero no se cuenta realmente, es primero un relato para quien lo escribe más que para quien lo lee, es una historia de mentira, lo que se ha creado para enmascarar lo verdadero, lo cual nos proporcionará las pistas para comprender “la historia bajo la historia”, un gigantesco metarelato mediante el cual podemos, a veces dificultosamente, vislumbrar aquellos secretos que la vida de la sociedad familiar chilena nos esconde, tal vez el goce ficcional que adornará el mito nacional.
La conmovedora narrativa de Wacquez no sólo reside en su temática en la configuración sus narradores, mezcla de astucia e inocencia, lo cuales sobreviven mediante sus historias, y a la vez, enmascarando, desenmascaran la cruda realidad del ser niño, del ser simplemente:

Me da lata contar lo que pasó después [...] le conté todas las cosas al revés [...] Ahora me arrepiento de no haberle contado estas cosas a las Leonor, si pudiera contárselo de nuevo, le diría la verdad, que idiota fui” (Wacquez, 46)

Bibliografía

1- Cuello Mena, Mª Soledad. Paréntesis: propuesta de lectura para una novela de Mauricio Wacquez. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Literatura. Profesor patrocinante: Federico Schopf. Santiago: U. de Chile, 2002.
2- Dendle, Brian. “La última novela de Mauricio Wacquez: Epifanía de una sombra”. Revista Chilena de Literatura, Nº 60. Santiago: 2002.
3- Edwards, Jorge. “Camino del Exceso”. El Mercurio. Saantiago, 30 de agosto de 1981.
4- Foucault, Michel. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Alianza, 1994.
5- Goic, Cedomil. Historia de la novela hispanoamericana. Valparaíso: Univeristarias, 1972.
6- Holas, Sergio. “El encuentro en Excesos de Mauricio Wacquez”. Signos, Volumen XVII, Nº 22.
7- Oyarzún, Kemy. Poética del desengaño. Deseo, Poder, Escritura. Santiago: LAR, 1989.
8- Santos, Danilo. “Aproximación a una novela de Mauricio Wacquez, Frente a un hombre armado; una indagación del lenguaje en torno a la muerte y el erotismo”. Revista chilena de literatura, Nº 41, 1992.
9- Skármeta, Antonio. “Excesos, de Mauricio Wacquez”. Revista chilena de literatura, Nº 5-6, 1972.
10- Torres, Daniela. Frente a un hombre armado (cacerías de 1948) de Mauricio Wacquez: el poder de las relaciones humanas, narrador y sujetos erosionados. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Literatura. Profesor Guía: Federico Schopf. Santiago: U. de Chile, 2000
[1] Esta y las negritas posteriores son mías.
[2] Reutilizo e incluyo la travestización a la teoría de Foucault.

jueves, noviembre 30, 2006

Intervenciones

Decálogo del Artista:
I. Amarás la belleza, que es la sombra de Dios sobre el Universo. (Acaso Dios no es una sombra que se posa sobre mi hombro?)
II. No hay arte ateo. Aunque no ames al Creador, lo afirmarás creando a su semejanza. (creo... pero eso me suena a copy paste)
III. No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como el natural alimento del alma. (total, la belleza es light)
IV. No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, sino ejercicio divino. (buuuuu... fome!)
V. No la buscarás en las ferias ni llevarás tu obra a ellas, porque la belleza es virgen y la que está en las ferias no es Ella. (lamentablemente en las ferias hay muchos vírgenes de arte... ellos también se merecen un poco verdad?)
VI. Subirá de tu corazón a tu canto y te habrá purificado a ti el primero. (mmmm... y si desafino es porque no estoy tan pura?)
VII. Tu belleza se llamará también misericordia, y consolará el corazón de los hombres. (nanai)
VIII. Darás tu obra como un hijo, poniendo en ella tu sangre de mil días. (sorry, pero a un hijo no lo daría)
IX. No te será la belleza opio adormecedor, sino vino generoso que te encienda para la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer, dejarás de ser artista. (exijo reinvindicación animal)
X. De toda creación saldrás con verguenza, porque fue inferior a tu sueño. (m'jita, la verguenza ES la creación)

Original: Gabriela Mistral, Desolación.
( ): Josefina Herborn sacrílega

sábado, noviembre 25, 2006

Cursilerías de 16

Es gracioso... y terrible!! volver a leerse. Y leer esas cosas viejas y añejas que te dan verguenza... esas son lo peor. Sin embargo, enfrentarte a esas líneas cúrsiles y barrocas es casi un proceso de catársis, es reconocerte en tu pasado y ver cuánto has cambiado... y cuanto no, jeje.
Este es un extracto de un cuento y en realidad rescato la parte más cursi intencionalmente porque cursi y todo, creo que transmite una energía y una fuerza increíbles que a ratos siento que pierdo. Por eso... hay que buscarse en las raíces a veces...
Volver a los 16... jajajaja.
chaus!!
Josefina Herborn... el lado oscuro de la fuerza... todavía, y más que nunca.
P.D: el cuento se llama 'Arañazo de pirzarrón' pero con el pedacito no se entiende para nada porqué. jeje

"Es casi divertido como llegué a conocerte. Si no fuera por el casi, diría que fue una experiencia similarmente excéntrica a tu personalidad. ¿te das cuenta que hablo en pretérito? Supongo que eso le da más interés al relato, “¿acaso ya no son amigos?” fue una de las últimas preguntas que me hacían en la calle. Al parecer en la calle se aprovechan de hacer las preguntas más desagradables, es claro, si metes la pata simplemente te despides, y escapas... tal cómo lo haces tú.
No recuerdo ya que respondí a la pregunta de la calle, hasta cierto punto creo fue la misma calle quién consultaba, yo supongo que debe extrañarle verme caminar tan sola, tan falto de aroma a cigarro, a tu aroma tal vez, o a tu mismo cigarro, que ya no se ve por aquí. Ahora que pienso no sé que responder ¿sabes? ¿somos o no ya amigos? Depende que signifique ser amigos para ti o para mi. Es como ese último juego que tuvimos acá en casa ¿recuerdas? Esas cartas jugaban muy a tu favor, finalmente aparecía ese as de triunfo que tanto habías esperado. Ese día comprobé que las promesas de alegría son falsas, casi tanto como tú.
¡Pero porfavor discúlpame! Te insulto cómo si no conociera tu pericias... debería ser más respetuosa con tu afinada capacidad de engañar a la gente, ¿tal cómo las cartas no? Claro que hay problema, porque con las cartas sólo pierdo unas cuantas monedas...

Podría seguir así por horas... me gusta esto del sarcasmo, bueno no debo recordártelo ¿o sí? Dime tu algo ahora... al parecer te dejo medio torpe con mis palabras, PERO, mi querido amigo, ¿acaso olvidas que detrás de un ángel siempre hay un demonio? Y aquí estoy yo... siendo de todo un poco, para darle surtido a la situación."

martes, noviembre 21, 2006

Develando las máscaras anti- identitarias, jaja



Arma són
Melodía que atrapa tu emoción
Desprende tus pieles
Acaricia tus sienes
Sobremaneja tu eje

Silencio recluido
En el espacio vacío
Mata intelectos
Aprehendidos
Vendidos
A-B-L-A
Todo lo que
Puedas
Y no temas

Mancha herida
Que domina mi vida
Que arrastra mis día
Tinta que muereeeee
Y cae
Sobre papel reciclable

Y no reconozco mi palabra
Cuando ahí sistematizada
Me vomita esas ideas vacuas
Que articulo a la conformidad

Nos seré como tú, nunca como tú
Como atreverme…

lunes, noviembre 20, 2006

Límite



Fue en sus ojos la emoción de lo prohibido. Y como una manía inevitable cada tarde, al volver de mis clases, buscarlo desesperadamente entre la turba del andén. Ahí está él, con su prestancia autoritaria, su semblante serio y su uniforme perfecto. Se pasea de un lado a otro controlando a la gente que desesperada empuja para llegar pronto a casa. Yo, por mi parte, disfruto cada segundo sin ningún apuro, planeando la forma exacta en que durante este día inmortalizaré mi presencia para él, solo para él. Parte un tren y quedo frente al límite excitante que nos separa: yo pasajera, él guardia. Lo observo con detención cuando entremedio de la multitud se acerca a mí, y aunque no me reconoce, aunque su reproche es mecánico y frío, yo siento el éxtasis de la travesura realizada cuando pronuncia ‘señorita, detrás de la línea amarilla por favor’.

* Tus ojitos son un límite inviolable...

domingo, octubre 15, 2006

Te invito a un reto, muerte
En el que sé ambos podemos perder
No sólo por verte, someterte
Sino para averiguar
Sino para averiguar juntos lo que podemos ser

En este instante supremo que me hago tuya
Me deleito con la sonrisa de conocer el peligro
que mueno, que influya
y nuevas vértebras desconocidas de la aurora

las vidas se jactan de esta debilidad tan grande
de odiarnos tanto, de buscar un arte
un arte que se llame arte, que no siente
que no muere, y la vida de eso se divierte

desgárrame muerte, la piel que esta vida envenena
no es culpa de la vida, lo sé, pero nada que hacer
frente al miedo, la tristeza, lo corriente
que corroe los sueños, las reglas invitando
a no quererte

cumplo, cumplo, cumplo, con el recuerdo
la agenda, las citas, los juegos
domados todos a la retina del hielo
me desahoga y caigo al suelo, por lo nuevo

no cumplo con las promesas que obliga el tiempo
pero la culpa tira boletas
suena el teléfono y me grita ¡luego!
En fin, se piden disculpas
Y el registro regresa al cuerpo

jueves, octubre 12, 2006

Aplausos!!



No pido disculpas por odiar estas palabras vacuas
Mi mediada, mi calibre
Es el del una herida sin dimensiones ni reconocimientos

Mi llanto se pudre por (preposición)
Porqué, porqué
Más (advervio) no lo sé

Lanzas unas líneas y se hacen enormes
Sólo pones en sus caras
Las mentiras que les gustan, las verdades que les molestan
Recorren la hoja en zigzageo

busco, sinalefa sin sentido
que no sea octosílabo
que no baje del nivel
y nadie discute nada…
nosotros sabemos

te dan tu trofeo
te escupen en la cara (coronado caballero) con bendición
ellos lo saben, yo
lo olvidé, prioricé
datos necesarios
las pastillas de la noche
la clave del mail
el fono del reality
Las calles inexistentes de mis admidores secretos

Lentamente te arrastras como una culebra
Y te adaptas
Ser serio, en serio
Intelectual, inventar algo confunso
Cara de descubrimiento
Oh!

Tema trillado, sufrimieto marginado
Ira- amor
Pero inventas…
Y dejas de ser humano

Tu pluma se debe deprimir
Más que tú por su vida miserable
“PORQUÉ SOY UN BIC, PORQUÉ NO SOY UN PARKER”
Y la impresora te ve deambular
Se pregunta si el zombie frente al computador
Sabrá que lo que escribe es una mierda.

Mierda, el último desecho de ti
Eso les dejas… y es célebre
No sientes, cuentas las sílabas
Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis…
Siete
Crees que me conmueves.
Foto: El sillón de la fama!! jaja. Estreno obra 'HAMBRE' 11 de octubre. Nótese los ojos diabólicos

martes, octubre 03, 2006

Semana de Letras... EL SHOW


El Show (ad memoriam CEL 2005)
En general estas cosas no pasan en pueblos chicos. Cuando la gente supo que venía la señora soprano quedó el manso despelote y todas las viejas cuicas corrían a la peluquería, a depilarse y a intercambiar ropa con sus amigas. Los huasos empezaron a matar novillos como locos de la cabeza “pa’ la celebración de despuéh” decían. Además todos comentaban que “la señora soprano era re guena pa’l diente” así que no había que escatimar en gastos. Nosotros y mis amigos tuvimos que arreglar todo el auditorio que en verdad era un galpón de tablones mohosos que ya se caía a pedazos. Evidentemente la señora soprano no podía presentarse en un escenario tan ordinario, nos argumentaba nuestro profesor de música. Era un viejo bajito y paliducho que había enseñado por años las mismas cosas, a unos alumnos de escuela rural que ni lo pescaban. Por eso cuando al alcalde se le notificó la venida de la señora soprano inmediatamente mando a llamar al que, en teoría, tenía más conocimientos musicales del pueblo: el profe. Así que ahora, como estaba encargado de toda la recepción y estadía de la señora soprano andaba todo cocoroco por las calles, vestido con ropas más raras que nunca, con una varilla en la mano con la que nos manduqueaba, y colorado como tomate de la alegría por su nombramiento de “delegado cultural”.
De todos modos era divertido. Podíamos faltar a clases y escuchar el profe tocar el clarinete que tanto le gustaba. Mientras tanto nosotros reemplazábamos los tablones viejos, armábamos las galerías y colocábamos “el mantel” o sea, el tremendo telón con cuadritos y buelos blancos que Doña Carlota había preparado para la ocasión. Ahí el viejo nos contaba sus historias (que no eran muchas). Una vez había ido al teatro municipal a ver un concierto donde tocaban Verdi. “¿Le tocaban al verde profe?” preguntábamos y se enojaba tanto que una vez hasta nos tiró el clarinete por la cabeza y le dejó un cototo al Felipe, que su mamá le fue a gritonear al profe a la puerta de la casa despertando toda la cuadra.
Para el día en que la señora soprano tenía que llegar todo estaban histéricos. Mi mamá me colocó unos pantalones negros que me apretujaban las piernas y me quedaban cortos, junto con una corbata roja que parecía andar espantando lagartijas. Al Nico la mamá le compró unos zapatos con punta y con un taco tan divertido que le pusimos “Sir Nico”. Parecíamos de otro tiempo... y hasta pensé en la posibilidad de que la señora soprano se subiera al escenario y se pusiera a reír de nuestros disfraces, pero el profe decía que la elegancia era trascendental para estas cosas. Yo creía que lo decía para justificar su propia extravagancia.
Cuando llegamos en la noche, el escenario estaba cubierto de flores blancas que el grupo folklórico había dejado de adorno y la gente se empujaba entre sí para estar más cerca del espectáculo. El profe nos había dejado cuidando la entrada al escenario, como guardias de seguridad. Por los patios que rodeaban al galpón las mujeres cocinaban en sus gigantescas ollas, más pulidas que nunca, todos esos menjunjes que a la gente de ciudad hacen alucinar, produciendo una humareda que podía distinguirse a kilómetros de distancia. Los huasos llegaban en sus caballos pasados a vino barato. “Es que en el campo las celebraciones siempre empiezan antes”, le explicaba el señor alcalde al “manager” de la señora soprano, mientras le ofrecía un navegado.
Se produjo un silencio majestuoso cuando el profe se paró en el escenario y todas las luces se enfocaron en él. Comenzó a presentar a la famosa soprano venida de la capital mientras todos se acomodaban en sus asientos. En el instante en que la señora soprano subió al escenario no faltó el huaso, curado como tagua, que dijo que “la señora estaba buena pa’ la cazuela” produciendo la risa general y el reproche de los que estaban más adelante, pero en el momento en que su voz estruendosa llenó hasta los maizales más lejanos, cada uno de los presentes abrió los ojos como ante un milagro.
Su canto hacía que los perros lloraran y los caballos se arrancaran de sus corrales, pero para el momento en que la frágil estructura que habíamos construido comenzó a despedazarse nadie se movió de su asiento. Al alcalde le calló un foco en la cabeza y la sangre le seguía corriendo por el rostro cuando se puso de pié para aplaudir. Todos estaban hipnotizados por el canto de la señora soprano mientras las tejas se caían y los pilares se desmoronaban. ¡Pero qué canto más bello! De cada nota parecían salir mil rosas y ella se movía por el escenario tal como una cuncuna, arrastrando su largo vestido verde, levantando los brazos, encandilando con su blanco rostro cubierto por el maquillaje.
Cuando comenzó la comilona que precedería el baile, el profe alababa a la señora soprano, mientras una enfermera le vendaba el brazo que se había esguinzado durante el espectáculo. El alcalde se excusaba en el teléfono de estar en el hospital por culpa de ese maldito foco que le había dejado un “tec”, y aunque nadie sabía que era eso, la señora soprano comprendió perfectamente y todos se dieron por entendidos.
Lo único malo del día fue que a mí, al Nico y el Felipe nos dejaron limpiando los escombros, porque “no era educado dejar toda esa cochinada con visitas tan ilustres” decía el profe, así que nos quedamos sin choripan, ni coca cola. Terminamos juntando en un rincón los tablones resquebrajados, mientras por los pasillos corrían los paramédicos llevando a los heridos. Durante los meses siguientes todos comentaron el éxito del espectáculo.

lunes, octubre 02, 2006

Arôme á mort



- Vous parlez francois?
- No sé que dice el caballero

Ambos se observan y el tipo de uniforme azul se levanta de la silla para cedérsela al de uniforme verde… que tiene menos estrellas claro.
- Mire señora – le acerca suavemente una taza de té- su hijo está muerto.
- Eso lo sé caballero – acierta tranquila.
- Dicen que usted…
- ¿Lo maté?
- Sí
- No, no tuve que hacerlo yo.
- Pero entonces quería hacerlo
- En esta vida sólo Dios sabe porque nos toca lo que nos toca.
- ¿Usted mandó a alguien para matarlo?
- No pues, ella viene solita, siempre vino solita.
- Quién señora.
- La carito pues… ¿sabe? Yo nunca tuve una niñita, entonces ella era como una hija, tan pequeñita y delgadita.
- ¿y dónde está ella señora?
- ¡Dónde va a estar pues, hombre grosero! ¡En el reino de nuestro señor!

El policía de verde sale del cuarto mientras el de azul observa a la mujer desde la esquina, “Vieja mentirosa”, piensa. La mira fijamente pensando en que nada de lo que él piensa ella podría entenderlo, ni aunque lo dijera en voz alta, y que eso no es malo, es una ventaja para ella, la muy descarada que mata a su hijo y luego hace como si nada.

- Señora, tengo un examen aquí que dice la causa de muerte de su hijo- dice el policía de verde entrando raudamente a la oscura salita.
- Me gustaría entonces saber que le pasó a mi Eduardito, ya que estaba muy sano y de un cataplúm se desmayó mientras tomábamos once.
- Su hijo fue envenenado.

Hay una torre llamada Eifel al final del camino que me gustaría mostrarte, la dibujé en mi cuaderno para que la reconozcas cuando estemos allá.
Y hay unos campos llenos de flores que te van a encantar Carola, ese olor agridulce a las flores de tu perfume, ese perfume que te embetuna tu mamá… tu sabes que me carga ese olor Carola, pero no importa, porque allá es todo tan grande que los olores vuelan y no molestan, y yo quiero volar contigo, sólo contigo.
No, no quiero ir a tomar el tesito con mi mamá, no sé porqué tanto afán por cuidar a mi mamita como si ella no se pudiera mover… si somos cabros chicos, no la podís cuidar… ¡no está sola mi mamita, me tiene a mí! Ay… estornudos, demonios, Carola, luz roja ¡suéltame!

- Y estornudó mi niñito, tan fuerte. Empujó a la Carolita a la calle y la atropellaron. La atropelló un camión gigante, yo le juro que vi todo desde la ventana porque ella tenía razón, los estaba esperando para tomar oncecita después del colegio…
Mi niñita… yo creo que ni su madre lloró tanto por ella como yo, ¡y el Eduardito! ¿era su primer amor sabe? Esa alergia maldita que la heredó de su padre, que en paz descanse… también.
- ¿Ahora la vieja se te pone a llorar verdad? Le pregunta el policía de azul al de verde en francés.
- Yo le dije al Eduardito que a mí no me gustaban los aviones pero él insistió tanto que yo tenía que conocer París, porque París era la ciudad de sus sueños, que la conociera en nombre de la Carolita… pero yo tenía miedo, ¿entiende por qué tenía miedo?

¿A qué le temes?
¿A ti?
¿Desde cuándo?
¿Desde que me fui?
¿No será desde que me fui?
Acá las cuadras son más anchas… caminas mejor entonces, ¿qué paradoja no?
No, camino apretado, siempre me escapo de la gente, de tocarlos.
¿Y qué tiene la gente?
No es lo que tiene loca
¿Entonces lo que le falta?
Sí… tú les faltas. Pero tú ya no caminas por la vereda, caminas por la calle.
No seas llorón Eduardo, cruza, apriétame fuerte, tu madre nos mira.

Había una luz gigante sobre mí. Eran tus ojos, y los de ella, tan fraternales, complacientes, compadecientes…
Estornudo, estornudo, estornudo; eres una maldita cuando estás y una lambadita cuando no. Una línea amarilla y otra, tres, cuatro, cinco, seis… estornudo, y te ruego que me sueltes para detener mi pavor, ya la transpiración de mi mano te quiere dejar caer.
Esa es tu vieja Eulalia que te mete wevadas en la cabeza.

- Y nos sentamos en un cafecito cerca del hotel. Mientras él iba al baño yo pedí tesito de hierbas para los dos. Con nutrasweet lo tomó él, y estaba feliz, tan feliz.

Sin mí Carola, no eres nada. Y no quieres quedarte coja y me usas, sosa, osa malosa, no llores como sino supieras que cuándo tu pétalo cae es la distancia que te llama… que me llama ahora.

- Llama a extranjería- le dijo el policía de verde al de azul- té de jazmín weón… ¿te lo podís imaginar?

(*) Desde el título y todo lo escrito en francés es puro chamullo, pero al menos sonaba bien... son los restos de mis clases de francés en séptimo y octavo básico.

2X1


La mujer abrió la puerta con escoba en mano. El hombre aún yacía dormitando la borrachera. Pero ya era temprano, era hora de hacer el aseo del cuarto y sacarlo... al menos por hoy. Cliente frecuente frecuentaba a muchas y distintas, como jugando una mano de póker las escogía según su ánimo, y ella en silencio observaba, pues le pagaban para hacerlo, una miseria, pero le pagaban. Comenzaba a levantar unas toallas en el baño cuando lo escuchó quejarse, y llamarla, ¿a ella?, sí, el llamaba a la mujer que estaba en el baño, fuera quien fuera. Se asomó lentamente rogándole a dios que se hubiera puesto la ropa, porque qué asco señor este tipo, y lo vió de pié esperándola. Se acercó suavemente a ella como si fueran complices, como si se conocieran, ¿se conocían?, le habló como si se hubieran visto antes ¿se habían visto? y ella pensó que sí, pero que él no lo sabía. No la trató como a una extraña, la abrazó, la beso, y ella impávida, fría, conteniendo la risa, se quedó quietecita, luego él sacó su billetera, le dió la mano masculinamente y se fue. Le había dejado su buena propina descansando en su palma, y pensó 'estúpido borracho, hoy pagaste 2x1" y recordó como vió salir temprano en la madrugada a la señorita que acompañaba al señor contando los billetes de su victoria... 'ni me moví de mi escritorio' pensó, y se puso a sacar las sábanas llenas de sudor mientras pensaba en el pobre tipo que venía al motel todas las noches y que en su decadencia ya no distinguía entre su puta y la chica del aseo.

No selecciones del fotolog...


Tengo una imagen en que empaño el lente y mi vista se nubla. Tengo esta imagen recurrente, cuando me saco los lentes, cuando me levanto, cuando ya estoy cansada y cierro mis ojos. Sin embargo, se aparecen estas imágenes simples y bellas que lo hacen todo más claro, que reafirman mi debilucha afición a la vida y me recuerdan que, aunque sea muy cliché, la felicidad no está a la vuelta de la esquina, sino aquí mismo, en uno. Buen trabajo nos dió la vida: ser felices. I'm on it.

Welcome como se debe...


Enraizada a la imagen de lo que fué, sobreviví y hoy me desato a tientas, entre los rincones, de mis cuerpos. Sin embargo, algo aún mantiene los retazos de mis pensamientos en espera... y en espera... Mientras tanto, voy capturándote en tus horas, saboreando con gracia cada espacio, cada tiempo, cada alma regalada... Bienvenidos :) Puik!

jueves, septiembre 28, 2006

Alergias Cursis


Sufro de esta alergia, viva,
Tan viva como los suspiros deliciosos
Delirosos, oloriosos que retumban como las palabras de mi voz dentro de mis venas

Este respiro sonoro y angustioso que me hace decir tanto y de tnatas formas, locas,
Quiebra las primaveras y deshoja mi cabellos ansiosos… cuando caen gota a gota por mí, los deseos frsutrados que me han encomendado

Y tanta ira el deseo, deseo de otros
El ánimo, el fuerza que se escucha entre los rincones
Mientras dentro todo se envejece y se coloca de un verde gris opaco carmesí de dolor, olor… rebota, de nuevo.

Desde los gritos inco hirientes de mi cuerpo enajeñado
Les entro esta declaración, esta súplica, mi delirio propio, alergia de vidas, amores y sin razones, del sólo y sencillo existir.